lunes, 2 de junio de 2014

Tim Duncan

Seguro que tanto tú como yo nos hemos visto muy cerca del infierno, muy cerca de una situación en las que hemos sentido la derrota, la miseria, la desesperación, la angustia de sentir que hemos tocado un fondo que queremos olvidar.

Muchos nos hemos caído de una bicicleta y no hemos vuelto a cogerla. No hemos vuelto a ese restaurante donde íbamos con esa persona especial para evitar recordarla. No hemos vuelto a enamorarnos por miedo a volver a ser rechazados. No hemos vuelto a entregarnos en cuerpo y alma por miedo a que nos defrauden y lleguemos a pensar que todo ese esfuerzo ya no vale la pena.

En un mundo como el actual el pasado no existe. En el mundo donde más fotografías guardamos decidimos no volver a recordar los malos momentos. No perseguimos nuestros sueños por miedo a no alcanzarlos. No volvemos a levantarnos cuando nos caemos.

El honor, la fidelidad, la unión, el compañerismo más allá de banderas, religiones, razas o edades dejó de existir. Fue un cuento de hadas que se queda en las películas de Disney para ser devorado por el tiempo.

Pero siempre hay esperanza y aún, entre el ruido, unos pocos locos permanecen inalterables al tiempo.

Le conocí hace 17 años. Tenía algo que llamaba la atención. Donde todo el mundo protestaba, él permanecía impasible. Donde todo el mundo sacaba pecho, él permanecía inalterable. Mientras todos buscaban los focos, él huía de la luz de los flashes. Quizás porque llevaba el número del día de mi madre, quizás porque llevaba un tatuaje de un dragón (a los que adoro), quizás porque el nombre del equipo era muy español, pero me fije en él y desde entonces no ha habido ni un sólo minuto en el que haya dejado de admirarlo.

17 años para hacer historia, para convertirse en el mejor 4 de la historia, para dar lección tras lección de moralidad, de saber estar, para no dar un ruido mayor del estrictamente necesario.

"Juega por lo que pone en tu pecho, no en tu espalda". Es su lema.

No ha cambiado de equipo, no ha sido el mejor pagado de la NBA, ha renunciado a 10 millones de dólares por temporada para poder volver a luchar por otro anillo y con ello hacernos felices a muchas personas que ni conoce ni llegará a conocer.

Con 37 años, 4 anillos, 3 MVP´s de las finales, 2 MVP´s de la temporada y muchos muchos records, que seguramente ni conozca, era fácil retirarse tras la tremenda decepción del año pasado. Un triple en el último segundo del sexto partido le privó del anillo cuando más duele, cuando más cerca lo tenía. En el séptimo partido tuvo un palmeo sencillo para empatar y falló. Se ganó el respeto de todo el mundo y para muchos aquella era "la última vez que lucharía por el anillo".

Pero es un hombre del pasado. Una persona que utiliza las cicatrices para recordarle dónde quiere ir en lugar de recordarle de dónde viene.

Es una persona que da la mayor lección que te pueden dar en la vida: Los valores existen. El honor existe. La fidelidad existe. La amistad existe. La dedicación existe. El respeto existe. El amor existe.

Hace un año le arrebataron un anillo en el último segundo. El problema es que él decidió que no era el último segundo. Y ahí radica su última lección: Tu decides cuándo es tu punto y final.

Porque esta vez no fallará. Porque esta vez ganará. Porque él decide cuándo y cómo es el final.

Eres el más grande de todos los tiempos: GRACIAS TIM DUNCAN.