lunes, 15 de febrero de 2010

Mirar / Ver

Hacía mucho que no escribia, es cierto, no es que no me apeteciera, es que estaba agotado con los exámenes. Ahora espero que esto vuelva a tener actividad...

En ocasiones la rutina de nuestras vidas nos hace actuar como si fueramos un robot. Es decir, levantarte, desayunar, ducha (en algunos casos...), recogida de habitación (en algunos casos...), coges la llave, cierras la puerta, vas por el coche, vas al trabajo... y en ocasiones incluso todo lo haces en el mismo orden, de tal manera que si grabaras dos días distintos puede que no los supieras distinguir salvo por la ropa que llevas puesta (en algunos casos...), todo es automático, mecánico.

Autómático, mecánico... ¿adjetivos asociados a un humano?. No. Adjetivos asociados a una máquina. ¿Cómo encontrar por tanto la diferencia entre el humano y la máquina en ocasiones?. Simplemente lo que nos hace humanos, es decir, sentimos.

Lo que sucede es que los sentidos al igual que un músculo, tiende a irse poco a poco atrofiándose hasta llegar a un punto en que ni siquiera recuerda la función para la cual existe.

Una de las causas por las que en ocasiones dejamos de usar completamente nuestros sentidos, es porque en alguna ocasión su uso nos ha provocado dolor. Es una reacción propia del cuerpo y del ser humano. Lo mismo sucede cuando te lesionas, el cuerpo adopta posturas o evita posiciones donde pueda sufrir. El cuerpo recuerda y evita el dolor...

Es por ello que en ocasiones dejamos de escuchar, para simplemente oír. Nos olvidamos del goze de una buena canción, de una buena conversación y de todo lo que eso despierta en nuestro interior, en nuestras emociones.

Pero no por ello debe uno rendirse, nunca debe dejar que la tristeza o la soledad le dominen de tal manera que merme o atrofie unos sentidos que no nacieron apagados. Al contrario, nacieron para sentir.

Pues lo mismo sucede con la vista. Con nuestros ojos. Para mí, el más especial de los sentidos.

A veces tienes que tomar la diversion donde puedes conseguirla... y a veces está delante de tí. Solo tienes que querer verla.

¿Cómo saber dónde puedes conseguirla? Está todo en tu corazón.

No mires y oigas.

Sólo escucha y ve, allí entre los latidos... dejate llevar, deja que el cuerpo vaya donde sienta atracción, pues el cuerpo como bien dije antes, nunca hace nada que le pueda hacer daño...