sábado, 14 de abril de 2012

La Paradoja de Stockdale

¿Cuántas veces se ha pasado por tu cabeza la sensación de estar perdiendo el tiempo con lo que haces? Si todo ese esfuerzo, pasión, dedicación o sacrificio que das en tu día a día tendrá su recompensa en un futuro. ¿Vale la pena sacrificar tantas cosas? ¿Vale la pena gastar ese tiempo en esta actividad? ¿Valdrá de algo todo ese esfuerzo? ¿Vale la pena gastar tu vida en algo que no sabes si te dará la tan ansiada recompensa?

Deja que te cuente algo que todo el mundo debería saber. Déjame que te presente un nombre que cambiará tu vida. Jim Stockdale.

El almirante Jim Stockdale fue el oficial de mayor rango de Estados Unidos y prisionero del campo Hanoi Hilton durante los momentos más críticos de la Guerra de Vietnam. Estuvo cautivo a manos del enemigo durante nada menos que 8 años, durante los cuales fue torturado en más de 20 ocasiones.

Stockdale vivió todos esos años de cautiverio sin el derecho que ampara a todos los prisioneros, sin saber si existiría una fecha final que diera paso a su liberación o sin saber si realmente saldría vivo y volvería a ver a su familia. Su capacidad de resistencia fue, simplemente, inagotable: se autolesionó para evitar ser utilizado como propaganda por sus captores, utilizó el envío de cartas a su mujer para transmitir información secreta e incluso llegó a crear un canal de comunicación que mitigaba la sensación de vacío de los presos.

Cuando le preguntaron cómo fue capaz de resistir el cautiverio afirmó: "Nunca perdí la fe en el final de la historia. Nunca dudé, no sólo de que iba a salir, sino también de que al final lo conseguiría y convertiría la experiencia en el evento más importante de mi vida y con el tiempo no cambiaría".
Una afirmación llena de fuerza y de fe. Lo curioso, y es aquí donde comienza la paradoja, fue su respuesta a la pregunta: "¿Quién no lo consiguió?". Su respuesta fue contradictoria: "Los optimistas."

¿Cómo es posible que los optimistas no lo consiguieran? ¿Acaso ellos no tenían fe? La explicación de Jim Stockdale fue la siguiente: "Los optimistas en Navidad decían: "en Navidad estaremos fuera". Y llegaba Navidad, y pasaba Navidad. Entonces decían: "Por Pascua estaremos fuera", y llegaba Pascua, y pasaba Pascua. Y entonces el Día de Acción de Gracias, y entonces volvía a ser Navidad otra vez. Y se morían porque se les partía el corazón."

Esta es la Paradoja de Stockdale. Tu esfuerzo actual no garantizará tu éxito futuro, pero sin él no serás capaz de alcanzarlo. Conserva la fe en que al final prevalecerás independientemente de las dificultades, y al mismo tiempo, haz frente a los hechos más adversos de tu realidad actual, cualquiera que sea.

Me parece una enseñanza idónea para estos tiempos que corren y en los que la sociedad parece destinada a hincar la rodilla.

¡ÁNIMO!

domingo, 1 de abril de 2012

Invierte Energía

Tú eres una empresa. Tú debes ser capaz de gestionarte y decidir hacia donde diriges y empleas tus recursos, entre ellos, tu tiempo y tu energía.

No soy capaz de explicar el cómo o el por qué, pero llega un momento en nuestras vidas en el que realizamos inversiones de energía. Dicho así parece que me he vuelto loco, pero espero que entiendas la siguiente explicación. 

El amor lo cambia todo. Nosotros, de forma voluntaria o no, llevamos a cabo un proceso en el que asociamos nuestra existencia y nuestro día a día al de otra persona. La forma en la que percibimos la realidad cambia y nuestra energía ya no nos pertenece de forma individual. Nuestro estado de ánimo pasa a estar dominado por otra persona. Nos roba la energía con una curiosa cualidad: si la relación estrecha lazos, la energía no sólo retorna sino que lo hace en una mayor cantidad e intensidad. Podemos poner como ejemplo de esto cómo ante una situación de desánimo, desilusión o preocupación, un abrazo o un beso provoca una subida de nuestro estado de ánimo. Nos "enchufa" a la vida.

Invertimos ilusión, tiempo o pensamientos en las personas. Esa inversión conlleva una salida de nuestra energía con la finalidad de un crecimiento de la misma, especialmente si tenemos la reciprocidad que esperamos. De no ser así la perdemos como el que pierde su dinero apostando a la ruleta y para volver a apostar pasan varias cosas:
  • Debemos generarla.
  • Cuánto más invertimos, más perdemos y por lo tanto más tardaremos en recuperarnos.
  • Los daños colaterales que se representan en tener la valentía para volver a invertir.
Disponemos de amor y energía para invertir. Al igual que nuestro dinero, podemos guardarlo en el colchón, lo cual significa evitar todo tipo de posibilidad para que aparezca en nuestra vida esa persona, o bien podemos buscar un aumento de nuestra felicidad (energía) volviendo a apostar.

Cada uno elige. El miedo interviene, la confianza también y eso provoca que la elección sea complicada.

"El que no arriesga no gana"
"El que mucho abarca poco aprieta"

Aquí no hay equilibrios. No hay grises. O apuestas o vete a casa.