martes, 16 de julio de 2013

Yo

Sólo yo puedo juzgarme.

Sé qué he hecho bien, qué hecho mal, dónde pude dar más, dónde me sobrepasé, dónde la venganza me dominó, dónde fui demasiado bueno y dónde debí haber sido menos malo.

Ayer era otra persona y mañana no seré el mismo de hoy. La esencia se mantiene y el cuadro presenta los mismos trazos pero lo que hoy hubiese trazado el pincel puede que mañana no llegue a ser planteado. Puede que donde iba a haber rojo haya blanco o bien no haya nada, un espacio que rellenar el próximo día donde otra persona distinta a mí lo haga.

El tipo del espejo mañana se parecerá al tipo de esta noche pero no será el mismo. Mismo continente, diferente contenido. Pues hoy puedo haber encontrado la felicidad, puedo haber entendido la lección que no entendía o simplemente por fin el dolor ya se ha filtrado lo suficiente para convertirse en una cicatriz que forma parte del tipo de ayer y de la que se reirá el tipo de mañana.

Eso nos atormenta. Es difícil ser una persona distinta cada día sobre todo cuando quieres solucionar un problema causado por otra mentalidad con la sabiduría que hoy te dan los días. Llegas a plantearte cómo lo que hoy es insignificante llegó a convertirse en el centro de tu vida y cómo las dudas del futuro nunca llegaron a materializarse pues pasaron los días y días y mientras planteabas una táctica para enfrentarte a tus pensamientos, llegaba la realidad para cambiar las reglas del juego.

Entonces te das cuenta que todo cambia. Que hoy estamos aquí, que mañana podemos estar allí y que el objetivo perseguido puede ser alcanzado o sólo puede ser simplemente la enésima lección para llevarte donde aún no imaginas, convertirse en ese punto que hoy no significa nada pero que mañana será la clave para unir donde estabas y donde quieres ir.

Y así pasa el tiempo y los tiempos muertos pueden convertirse en aquellos en los que estás más vivo como esa imagen congelada frente al mar, viendo como el destino se mueve, la vida fluye sin parar mientras tú te mantienes estático.

Todo se mantiene relativo, todo variará de manera irremediable pero la esencia se mantendrá. Ese esencia que sólo pocas veces percibes y que realmente te guiará si consigues darte cuenta de algo que es demasiado complicado: conseguir poner de acuerdo en la búsqueda del objetivo a cada persona distinta que eres cada día.