jueves, 10 de octubre de 2013

Siempre Aún

Aunque aún te recuerdo, ese tiempo que soñaba contigo se marchó y desapareció en mi subconsciente como el hielo que desaparece en una copa, lentamente, pero que sin darte cuenta lo hace y pasa de significar algo básico a verte obligado a buscar otra para sentir lo mismo.

Distinto, cierto, sin embargo la esencia permanece. Esa sensación de algo distinto se convierte en recuerdos de algo similar. No terminas de desaparecer. Siempre hay algo que toma tu apariencia.

Realidad o ficción, es complicado saber o adivinar qué es qué o quién es quién. Dicen que uno es lo que piensa. Que son tus pensamientos los que te guían hacia aquello que realmente deseas, pero si fuera por pensar, te tendría aquí y, sintiéndolo mucho, no te veo por ninguna parte.

Incrédulo de eso que llaman destino, si mis pensamientos importan algo deben darte fuerza. El mundo sabe que importas. Que juegas un papel en este juego llamado vida y que tiene que tener en cuenta que, cuando aletea la mariposa donde tu estás, surge el tornado donde yo estoy.

Ahora bien, pese a todo, la conexión se mantiene. Más allá de conversaciones que no se dan, de miradas que no se cruzan, de caricias que se pierden en la almohada o de besos que se pierden en sueños.

No encontrarás razón para poder entender por qué después de tanto tiempo aún se mantiene. Qué hicimos bien para crearla. Qué hicimos mal para no disfrutarla como se merece.

Amor. Lo que puede que de sentido a la vida pero que, incapaces de entenderlo, preferimos huir de él y refugiarnos en el cobijo de la ignorancia.

domingo, 6 de octubre de 2013

824 días

¿Dónde estabas hace 2 años y 3 meses? ¿Eres capaz de recordarlo? ¿Te ha cambiado la vida? ¿Sigues persiguiendo sueños? ¿Alcanzaste las metas que te pusiste en aquellos momentos? Puede que no tengas las respuestas a todas las preguntas pero sí es seguro que no eres la misma persona que hace 824 días. O al menos eso espero.

Si algo critico a la sociedad actual, y en especial a los jóvenes, es la escasa capacidad de sufrimiento y sacrificio personal en la búsqueda y logro de sus objetivos.

La tecnología nos ha aportado tiempo. Tenemos medios de transporte que se desplazan más rápido a través de medios mejor habilitados. Podemos comunicarnos prácticamente de forma instantánea con cualquier persona de cualquier parte del mundo. Podemos informar a todo el mundo de dónde estamos, qué queremos o qué pensamos justo en el momento en el que está sucediendo.

Sin embargo, donde creemos que nos han aportado tiempo, nos equivocamos. Porque el tiempo es imperturbable y los segundos pasan a velocidad constante y precisa por lo que poder hacer Madrid - Alicante en 2 horas y media en AVE, en lugar de hacerlo en 4 horas en coche o en 8 en autobús, no te ahorra tiempo porque estás obligado a padecer el paso del mismo.

Aquí radica la clave. Cómo aprovechar el tiempo. Sacar partido a todo el tiempo que tenemos debería ser la máxima que toda persona debería plantearse. Aprovechar cada segundo que tenemos porque ya no vuelve.  ¿Realmente lo hacemos?

El cine y la televisión, no sé si de forma voluntaria o involuntaria, no ayudan a esto en nada. Cuando vemos una película o una serie sólo vemos fragmentos interesantes y relevantes de la vida de los personajes. No vemos cuando están solos, cuando se despiertan por la mañana y se quedan dando vueltas en la cama 5 minutitos más, cuando se van a dormir y tardan en dormirse porque una catarata de pensamientos recorre  su cabeza. O cuando están simplemente tomando un café o haciendo la labor monótona de su trabajo y pensando en qué o quién.

Por eso pensamos que es fácil. Y rápido. Recuperar a una persona que has perdido, superar la muerte de un ser querido, formarte para ser aquello que deseas, encontrar a esa persona especial... en definitiva, encontrar aquellos segundos que formarían parte de las escenas de tu película personal.

No somos conscientes que sin esos momentos "vacíos" no tendremos la posibilidad de obtener momentos que "llenar". Pues no es la escena lo que llena esos segundos sino un conjunto de sensaciones y sentimientos que dan forma y sentido a ese momento generados en el "vacío" y que toman forma en "la escena".

824 días... esos son los días que Rafael Nadal tardó en volver a ser número 1 del mundo. 824 días donde nadie vio su recuperación, sus miedos, sus temores, su desesperación, su ilusión, su sacrificio o su disciplina. Pero él fue capaz de poner a todos ellos en una autopista de camino a la cima. Y lo alcanzó.

¿Cuántos días estás dispuesto a soportar tú?

martes, 1 de octubre de 2013

Te voy a contar un secreto

Te voy a contar un secreto: eres un/a mierda.

Eres un/a mierda desde el momento en que no eres capaz de luchar por tus sueños. Cuando decides hincar las rodillas, juntar las manos y dejar que te esposen a una vida sin sueños que perseguir, sin felicidad que alcanzar. Cuando decides que nadar contracorriente es mayor esfuerzo que dejarse guiar por la marea.

Eres un/a mierda desde el momento en el que te levantas cada día con una pareja a tu lado a la que has puesto los cuernos y aún sigues escribiéndole que es lo mejor que te ha pasado en la vida o subiendo fotos con esa persona para que el resto vea que eres feliz, que encontraste el amor.

Eres un/a mierda desde el momento en que decidiste considerarte una mierda para resignarte a caer en lo más bajo y someterte a un perdón consentido a una persona que no lo merece sólo por el hecho de que valoras más un abrazo, un beso o un polvo a una humillación, a un desprecio o a una falta de respeto.

Eres un/a mierda cuando enterraste el amor que deseabas simplemente porque te costaba alcanzarlo, no estabas preparad@ o tuviste tanto miedo que no estuviste dispuesto a soportar el gran dolor para poder obtener la gran felicidad. Pensaste que un clavo saca otro clavo pero no te diste cuenta que son los pequeños detalles los que marcan la diferencia y que no es lo mismo volar unas horas que hacer que el tiempo se detenga.

Eres un mierda cuando decidiste criticarnos.

Sí. A aquellos que todavía podemos mirar a los ojos a todo el mundo y decirle la verdad. Aquellos que dormimos con la conciencia tranquila sabiendo que jamás nadie nos podrá reprochar nada. Que fuimos esa persona que más luchamos por ese algo o ese alguien. Porque entendemos el sacrificio como una posibilidad de perder. De gastar todo nuestro tiempo sin recompensa. De aquellos que saben que incluso sin alcanzar la recompensa vale la pena luchar por un minuto más, por una bocanada de aire, por un segundo mirándote a los ojos, acariciándote, besándote o riendo contigo.

Porque esta sociedad acabará con nosotros, más pronto que tarde. Y entonces os quedaréis solos. Vacíos. Viviendo la mentira. Con la cabeza agachada. Con la sonrisa en las fotos. Con los sueños escritos en frases de Facebook.

Y entonces os tendremos que dar las gracias. Pues no hay mayor verdad que una muerte digna y una mayor pena que una vida perdida en la mentira.