lunes, 13 de febrero de 2012

La Consecuencia.

Somos una consecuencia. El producto de una combinación aleatoria e infinita de variables que ha desembocado de forma irremediablemente alocada en una vida.

¿Hemos pedido vivir? ¿Hemos pedido que nos traigan a este mundo? Nadie lo ha hecho. Nadie sabe por qué está aquí. Cuál es su razón, su propósito, su destino. Ni siquiera nos han enseñado las reglas del juego. Conocemos que esto lleva sucediendo mucho tiempo, se supone que 2000 años al menos.

Se supone que hubo una evolución humana, que hubo imperios, que hubo grandes humanos, que hubo grandes ejércitos, que hubo grandes mentes capaces de pintar, de inventar, de desarrollar complejas teorías matemáticas, pero la verdad es que es el mismo acto de fe pensar que existió Jesús y que existieron los dinosaurios.

Me considero un hombre más de ciencia que de fe, pero las cosas están cambiando. La ciencia requiere de una necesidad extrema de pruebas, de hechos, cuándo muchos de sus hallazgos sólo se sostienen por las teorías primitivas que hemos aprendido unos de los otros desde tiempos remotos.

Carecemos de un pensamiento propio, de una capacidad de reflexión. Necesitamos de hechos para creer. Hemos perdido la inocencia y la fantasía de un niño. Cuando somos pequeños y aún no estamos programados, creemos. Creemos en princesas, en mundos fantásticos, en un mundo perfecto. ¿Por qué creemos eso y no un mundo de miseria, odio o resentimiento? ¿Por qué un niño, incluso naciendo en la más extrema pobreza, puede pensar en un mundo mejor? 

"Todo está en los libros, el conocimiento se halla allí", nos repiten de forma sistemática.  Hemos enterrado la capacidad de soñar despiertos. Hemos enterrado la capacidad de ver a través de los demás. Nos hemos limitado al mero hecho de los hechos, resignados a no ser más que una mera comparsa del sistema. TODOS.

Encontramos la motivación en frases de otros. Damos o quitamos la razón porque la mayoría piensa así o porque algo "está probado". "Es así y punto." Me hace gracia una frase que se escucha en una clase de ciencias cuando la ecuación se vuelve demasiado compleja: "esto os lo tenéis que creer."

Desde el momento en que nos leen el primer libro nos hacen presa de lo ya conocido. Condenan a tu imaginación a una prisión eterna. Te atemorizan. Te describen un sólo camino. El camino ya marcado y ya aprendido. 

"Todo está inventado". 

La ciencia jamás podrá demostrar quién o qué creó el invento de la vida.

"Y sin embargo... se mueve."

domingo, 5 de febrero de 2012

¿Por qué soy difícil de entender?

En el funcionamiento jamás comprendido de nuestra vida, las elecciones, oportunidades, decisiones, comportamientos y actos se suceden día tras día y noche tras noche.

Mucha gente afirma que uno no puede saber a dónde dirigirse sino sabe de dónde viene. Pues bien, esta es la situación de la cual partimos todos y cada uno de nosotros. Sin un propósito, sin una razón que lo justifique, sólo somos deseo. Deseo, algo tan inmaterial, incuantificable e intangible que aún si cabe pone más interrogaciones a nuestra llegada a esta situación que llaman vida.

Repito. Partimos del deseo, otros del amor, otros quizás de la pasión, incluso otros puede que de una equivocación de dos personas. Y es en ese momento cuando los sentimientos toman forma física. Sí, el amor se puede tocar. Nosotros somos el resultado del amor de nuestros padres, de su pasión, el objeto del deseo. La esencia que da forma a una vida. Las personas son el reflejo y los recuerdos de todas las vidas anteriores que dieron lugar a esta última. Una escultura tallada a través de los sentimientos. Sentimientos intangibles que cobran forma física.

Interesante comprobar como las frases "qué difícil es entender los sentimientos" o "qué difícil es entender a las personas" se escuchan habitualmente. 

Compartimos la misma esencia, estamos hechos de la misma materia. Somos especiales y distintos. Somos extraordinarios precisamente porque somos la prueba de que los sentimientos existen y que, además, se pueden tocar.