martes, 27 de noviembre de 2012

No te olvido.

Existió.

Sí, una vez estuvo entre nosotros. Si hiciera un resumen de todo lo que le falta a este mundo, todo podría encontrarse en el interior de una misma persona. Combinaba esa sutil mezcla de bondad, solidaridad, felicidad, esperanza, esfuerzo y sacrificio. Ajeno a la desmotivación, a la monotonía, a hincar la rodilla, al miedo al fracaso, rechazo o conformismo. Así era él.

Pasé escasas horas después, aún sin conocer lo que había sucedido, por el mismo sitio donde tú ya te habías marchado. Me contaron, mientras veía un partido del Torrejón y negociaba mi vuelta al fútbol, que había habido un accidente esa madrugada y que dos jóvenes habían muerto. ¿Cómo imaginarme que tú eras uno de ellos?

Volví a casa, era tarde, veía la tele y el móvil se encendió. Entonces escuché esas palabras que aún giran y giran en mi cabeza: "Gerar, Nachete ha tenido un accidente y se ha matado". ¿Qué? ¿Cómo? Dios despiértame por favor, no podía ser verdad. He sufrido la muerte de seres queridos y no he sido capaz de dejarme llevar por el sentimiento,. Pero esta vez fue distinto. Me hundí. Ese mismo instante arrancaron de mi interior parte de mi vida. ¿Qué demonios está pasando?

5 años hermano. 5 putos largos años. Coincidencias, o no, del destino, desde que te fuiste llegaron malos tiempos. Estamos inmersos en la mayor crisis económica que jamás ha existido. Crisis, que yo siempre defiendo que no es económica, sino de valores. De naturaleza. Si los que aún estamos aquí fuéramos un 10% de lo que tú fuiste todo se solucionaría en un instante. Pero ya nadie está dispuesto a dar todo sin estar dispuesto a obtener nada. Ya nadie sonríe por el mero hecho de despertar una sonrisa más. La felicidad esta encarcelada bajo los barrotes del miedo.

Ni siquiera yo. Perdóname. Ni siquiera en aquel que confiabas y que animabas una tras otra y otra. Aquel que pensabas que era distinto, sólo es una persona normal. He caído bajo esta mierda de mundo egoísta. Dispuesto únicamente a salvarme a mi mismo, sin importarle ya el resto. Soy uno más y ahora entiendo que quizás lo único que me hacía distinto eras tú.

A veces pienso en cambiar. En darme otra oportunidad. Recuerdo esas largas y largas conversaciones que teníamos de vuelta de los entrenamientos o cuando nos encontrábamos en el semáforo de la continental, cuando aún soñábamos. Ahora sólo nos cuesta dormir porque sabemos que nos esperan más pesadillas.

Sé que tú siempre seguirías pensando que se puede. Que rendirse no es una opción. Que la felicidad está en las pequeñas cosas. Tú me enseñaste.

Me mostraste como una sonrisa puede hacer bonito un día sombrío. Como un abrazo es capaz de parar una tormenta de sentimientos. Como una palabra era capaz de cambiar una perspectiva. Como una mirada era capaz de dar fe a una persona.

Siempre saldrán lagrimas cada vez que te escriba por estas fechas. Quizás esta sea tú última gran lección.
Quizás vivas dentro de mis lágrimas para recordarme, al menos una vez al año, que un día, ambos, nos obligamos a pelear hasta el final por aquello que queremos.

No sabes como te echo de menos hermano. Jamás te olvidaré, siempre te querré.

Porque puede que aún valga la pena luchar...

Gracias Nacho