viernes, 10 de mayo de 2013

La Última Pieza

¿Sigues ahí?

Ahora no te escondas. Te vi esta tarde, pasaste cerca mía para que te sintiese. Con tu mejor sonrisa y tu ropa de antaño, para que recordase qué paso, qué sucedió y qué pudo ser.

Muchos lo han intentado, lo sé. Por tu vida han pasado aquellos que han sido capaces de sacrificar todo para darte su mejor versión. Se lo agradeciste, pusiste la mejor de tus sonrisas, les distes el mejor de tu cariño, incluso, por un tiempo, supiste olvidarme.

Pero los días tienen 24 horas y muchos espacios que rellenar. Tú puedes ser capaz de llenar la gran mayoría de ellos, completar las 999 piezas del puzzle que dan forma a tu vida, mirar con orgullo todo lo que has sido capaz de construir, valorar cuánto vale cada una de esas piezas... pero te falta la pieza final.

Irracional. Eso es lo que te desespera. ¿Por qué? Cuando no hay explicación. Simplemente, a veces pasa. Puede que porque seamos seres a los que la atracción por seguir buscando les impide disfrutar de lo encontrado. O puede que fuera porque yo no te di lo que esperabas, no hice lo que creías que haría y traicione tu confianza. En definitiva, fui tu peor error.

Ese momento provocó que empezaras a no verme, a no escribirme, a no saber nada de mí. Pero también a respetarme. El problema es que la mente no descansa y los sueños, aquellos que no puedes controlar, hacen que me veas y disfrutes de aquello que no vivimos en la realidad.

Sigo aquí, hoy me viste y me sentiste, me miraste sin rencor, sin miedo, sin ira y hasta creo que te llegué a ver sonreír.

Sentí como la seguridad había crecido en ti y que ambos entendíamos lo mismo. Aceptaste que no llegarás a completar el puzzle y que, por mucho que busques, has asumido que la última pieza la tengo yo y quién sabe si algún día decidiré devolvértela.

Yo también te quiero.