martes, 25 de febrero de 2014

Contigo aprendí

Contigo aprendí...

Que las personas pueden utilizar a otras personas. Que los pájaros pueden estar viviendo bajo la protección de las ramas de un árbol pero no derramarán ni una lágrima cuando su tronco sea talado. Aprendí que el egoísmo no es pensar en uno mismo, es no agradecer lo que otros te dan. Que siempre existirán personas para los que eres un medio y no un fin. Que nunca serás la colina pero sí el trampolín para subir a otro techo.

Contigo aprendí...

Qué es el miedo. El miedo puede hacer que veas el día más bonito como el fin del mundo. Aprendí que uno tiene que tener cuidado con vivir en la penuria pues uno puede llegar a ser tan dependiente de ella que puede renunciar a la felicidad. Aprendí que uno puede ser dependiente de un "hola", "te quiero" o una última conexión. Aprendí que uno puede llegar a renunciar a sus sueños por miedo a alcanzarlos.

Contigo aprendí...

Que uno puede llamar "amor" a una persona tras haber compartido pasión, lujuria y deseo con otra persona la noche anterior. Que se puede mirar a los ojos de una persona sabiendo que la mientes. Que se puede ser conformista sólo por el hecho de no querer quedarse solo. Qué significa "un clavo saca otro clavo".

Contigo aprendí...

Que la amistad es como el hielo: si sobrepasa una temperatura se derrite. Que derretirla es bajar por el ascensor mientras que volver a enfriarla implica subir por las escaleras. Que cuando eres capaz de fundirte las miradas ya no son iguales porque tu mirada tiene algo mía y la mía algo tuyo. Que uno es esclavo cuando mira con antifaz el futuro.

Pero contigo aprendí...

Que sólo un tipo de personas pueden querer a otro tipo de personas.

Que esas personas no son tréboles de cuatro hojas ; no son la gema más preciosa.

Que esas personas son un grano de arena insignificante que se esconde en el desierto ; son  gotas de agua que forman parte del océano.

Que existen personas que pueden desaparecer de tu vida para convertirse en tus lágrimas y recordarte aquello que un día te susurraron al oído.

Gracias.

domingo, 23 de febrero de 2014

Adiós

No salir un sábado te permite disfrutar la mañana de un domingo y lo bueno de vivir en España es que esa mañana dominguera puede coincidir con la primera salida del sol en mucho tiempo para poder disfrutar de un agradable paseo.

Además, lo bueno de vivir en Alcalá de Henares es que te permite darte una vuelta como si fueras un turista y visitar la cantidad de historia que guarda la Ciudad para darte cuenta, una vez más, de su grandeza. Por ejemplo, hoy me he enterado que fue en el Palacio Arzobispal donde se reunió por primera vez Cristóbal Colón con Isabel por lo que América también nos debe un poquito a los alcalaínos. ¡Genial!

También te vale para ir colocando un poco tus pensamientos en la cabeza mientras paseas. Vas cruzándote con historias distintas, desde el niño que corretea por el parque que tú correteabas cuando eras un niño al anciano que sentado en la Plaza Cervantes solo mira y observa. Nada más.

Y te das cuenta que, como la frase dice, en una vida hay muchas vidas. Y que dentro del mismo cuerpo has sido un bebe, un niño, un adolescente, un joven y ahora un adulto. Mientras tanto, fuiste un estudiante, un futbolista, un reponedor, un amigo de un amigo, un chico especial para una chica o un trabajador de aquí o de allí.

A veces no se trata de ser el protagonista de la película y uno no sabe si hacer o dejar de hacer. Lo que sí empieza a darse cuenta uno es que quizás no es tan importante qué papel juegues en una u otra situación sino que lo realmente relevante es si tú has decidido ser ese papel. Para ello debes darte cuenta si realmente nadas hacia un objetivo o te lleva la corriente. Y, bajo mi punta de vista, es complicado.

Sin embargo existen mañanas de domingo que te ayudan a pensar, tardes de domingo que te ayudan a comprender y noches de domingo que te ayudan a decidir.

La conclusión es que una vida termina justo cuando la paciencia termina. Cuando marcas un hasta aquí. Cuando trazas una frontera a esa vida. Es entonces cuando, llegado a la frontera, cargas tu pasaporte, cargas las maletas y decides transformar tus pensamientos en recuerdos.

Quizás el dicho "la paciencia todo lo alcanza" va más allá de saber sufrir. Quizás sólo consiste en transformar heridas en cicatrices. Quizás sólo sea saber decir una de las palabras más dolorosas del mundo:

Adiós.

lunes, 3 de febrero de 2014

El talento bajo sospecha

Desde el pasado fin de semana hasta hoy han pasado 4 hechos que pese a su individualidad me han hecho generar una reflexión colectiva. Estos hechos han sido la muerte del gran Luis Aragonés, la también muerte de Philip Seymour Hoffman, la noticia de la detención del medallista olímpico Ian Thorpe después de ir completamente borracho por la calle y el visionado de la película El Consejero de Ridley Scott con participación de Bardem y Penélope Cruz entre otros.

Con El Consejero reflexioné acerca de la profunda naturaleza humana de la especie. Sin desvelar nada de la trama, es una película compleja con diálogos profundos y llenos de dobles intenciones pero que te dan una terrible reflexión final: seguimos siendo animales. Somos una especie "diseñada" para dominar, ser los mejores y prevalecer sobre el resto. Una ambición desmedida que ha aprendido a comprender que para mantener su hegemonía es necesario un Status Quo tan complejo que su compresión parezca la mayor surrealidad posible. Quizás un ejemplo aprendido del diablo que como reza la leyenda "su mejor truco fue hacer creer a todos que nunca había existido".

En el mantenimiento de ese Status Quo complejo el talento no juega el papel que debería jugar y aquí es donde yace mi mayor reflexión. Philip Seymour o Ian Thorpe son gente con un talento más que demostrado pero que, pudiendo aportar, se han visto ahogados en su propia genialidad hasta verse abocados a escoger el camino que les baja del cielo y los devuelve a la tierra para ser comparados de tú a tú, de igual a igual, con gente mediocre.

Es simple: el talento jamás debe estar al servicio de la sociedad. Es una afirmación rara y distinta pero es en lo que creo: es la sociedad la que tiene que estar al servicio del talento.

Utilizaré un ejemplo deportivo. ¿Se imaginan que a Michael Jordan le hubieran dicho: "Tú eres uno más y pese a tu talento debes actuar como uno más por lo que debes tirar lo mismo que los demás, asistir lo mismo que los demás y jugar lo mismo que los demás"? Eso sería poner el talento al servicio de la sociedad. Sin embargo para conseguir la victoria la realidad es que necesitas que Michael Jordan actúe más que los demás, que juegue más que los demás, que tire más que los demás y que gane más que los demás. Porque es superior a los demás. Simple y directo.

La gente utiliza el "nadie gana solo" para minimizar el impacto del talento individual y aunque es parte en cierto la realidad es que los escuderos de Jordan jamás hubieran ganado nada si Jordan hubiese sido utilizado como un escudero más y no se hubiese puesto todo un sistema en torno a una figura relevante y distinta.

Bien, hasta ahí el ejemplo de por qué es la sociedad y el sistema el que debe ponerse al servicio de la sociedad. Pero, ¿realmente sucede esto? Para nada. Desde los inicios toda influencia recibida te bombardea con mensajes de igualdad, todos somos iguales y todos tenemos los mismos derechos. Pero no, todos no somos iguales. Al contrario, todos somos distintos y donde debiera encontrarse una influencia individual que haga llevar tu talento hasta límites desconocidos sólo encuentras barreras y caminos ya trazados que te dicen donde llevarte.

Esto crea un problema. Pues el distinto chirria. Molesta. Y si tiene capacidad para influenciar molesta aún más. En el país de los tuertos el que naciese con dos ojos sería mal visto. No sería visto como una evolución positiva. Sería visto como una amenaza para el Status Quo de los tuertos por lo que tras una influencia masiva a base de impacto acabaría muerto o arrancándose él mismo el ojo con la única finalidad de encajar. El Status Quo no permite asperezas.

¿Crees que no estás influenciado? ¿Qué tienes capacidad para elegir? Dime entonces, ¿por qué hablas ese idioma y no otro? ¿Por qué vistes así y no de otro modo? ¿Por qué te gusta esa carne y no esa otra? ¿Por qué tienes esas costumbres y no esas otras? Lamentablemente la mediocridad es fácilmente alimentada por la influencia.

El talento, en ocasiones sí y en ocasiones no, escapa a esta influencia. Ellos lo saben pero saben que las probabilidad de supervivencia son pocas y además este talento se puede utilizar a través de dos vías: monetizándolo y generando esperanza. ¿Cuánto dinero se gana con fenómenos como Justin Bieber, o ese actor conocido, o ese deportista conocido? Pero no sólo eso, ¿Cuánta esperanza generan ese Justin Bieber, ese actor conocido o ese deportista conocido en los demás para ilusionarles con que ellos pueden ser justamente aquello que vanaglorian?

Puesta toda esta maquinaria en marcha, vemos como la gran mayoría de esos talentos tras un éxtasis de mayor o menor magnitud terminan diluyéndose sino acabando de mal manera pues el talento no fue regado como debería haberlo hecho y eso convierte a los héroes del pueblo en juguetes rotos. Pero donde la gente ve juguetes rotos yo veo obsolescencia programada. Ayer fueron los Backstreet Boys, hoy es Justin Bieber y mañana Dios dirá. Aparecerán e irán pasando héroes que monetizar y que crearán esperanzas pero el Status Quo tiene una arma de destrucción masiva: "o mueres como un heróe o vives lo suficiente para convertirte en un villano".

Ambas opciones gestionan el talento para mantenerlo dentro de unos valores de influencia sostenibles de tal modo que el 1% que escapa al Status Quo acaba convirtiéndose en un villano o bailando con la muerte y el 0.000001% que es capaz de escapar a todo carece de capacidad para influenciar a todos. Pues Justin Bieber sólo influencia a los adolescentes mientras que los veteranos lo miran con repugnancia y Mandela toca los corazones de todos los veteranos mientras los jóvenes escriben de su grandeza sin llegar a ser capaces de comprenderla.

Y aquí es donde entra Luis Aragonés. Una persona que nos enseñó algo: Nada es imposible. Convirtió a una selección en un equipo convencido de la victoria. No les dijo qué camino coger, no les dijo a dónde tenían que ir. Sólo les dijo que se podía y ellos encontraron el camino.

El Status Quo siempre mantendrá el talento bajo sospecha. Sabe que los talentosos son su mayor amenaza y su mayor necesidad para mantener a la plebe. Contra eso nos enfrentamos los mediocres que somos influenciados y que, pese a quejarnos día tras día, colaboramos para mantener el Status Quo.

Sin embargo te invito a que hagas una locura: supera todas las barreras, piensa en grande, siéntete capaz de todo, expande los límites tanto como puedes y como dice el anuncio: Simplemente haz aquello que no puede hacerse. Eso te convertirá en el 1% pero por favor, cuando llegues a ese nivel, ruego hagas una cosa: "vive como un héroe y muere como un villano, un héroe para la sociedad y un villano para el Status Quo".