martes, 14 de junio de 2011

El Sufrimiento

“Supimos sufrir, mantenernos vivos. Eso nos permitió tener opciones y poder ganar el anillo”.


La frase es de Jet Terry, escolta de Dallas Mavericks, tras ganar la pasada madrugada su primer campeonato después de 12 largas temporadas en la mejor liga del mundo. En ese largo trayecto ya jugó en el 2006 unas finales contra el mismo equipo al que este año han vencido, pero en aquella ocasión la suerte les dio la espalda y tras ir ganando la serie por 2-1, Miami remontó para ganar 3 partidos seguidos, hacerse con el campeonato y aumentar la frustración de este jugador. Su caso es similar al de Jason Kidd, 2 finales perdidas y 18 temporadas en la liga, o al de Dirk Nowitzky, una final perdida y 13 temporadas jugando al más alto nivel.

Ejemplos de éstos nos encontramos en muchos otros ámbitos. Roger Federer tuvo que perder 3 finales de Roland Garros ante Rafa Nadal antes de poder alzar el trofeo un año después. Steve Jobs abandonó la compañía que él mismo había fundado para después regresar y situarla como un referente mundial. Martin Scorsese estuvo nominado 8 veces por la Academia de los Oscar antes de recibirlo en 2006.

Una persona muy sabia que conozco me dice habitualmente: “Muchas veces la diferencia entre unos y otros no depende de las habilidades o talentos, reside en la capacidad de sufrimiento.” Gran verdad. Porque el sufrimiento permite tener constancia o persistencia, claves para poder alcanzar grandes metas. Como bien dijo Armstrong, “el dolor es pasajero, el abandono eterno”. O como bien dice Nach en su último disco: “hay dos modos de sufrimiento: el trabajo duro o el arrepentimiento”.

El sufrimiento es una de las peores sensaciones que puede tener una persona. En esos momentos no controlamos la situación. Todo es condicional y las cosas que nos parecían seguras ya no lo son tanto, todo es cuestionable. Las dudas surgen y nuestras creencias son reevaluadas. Es una situación de máxima incertidumbre en la que la solución más cómoda y más rápida para abandonar ese estado es una: rendirse y abandonar.

Ese momento define a las personas. Determina quiénes están hechos de una pasta y quienes están hechos de otra. Quiénes estarán dispuestos a pasar al siguiente nivel y jugar el partido y quiénes decidirán ver el partido desde la grada. Atravesar el sufrimiento y convivir con él moldea la parte más profunda de nuestro ser. Uno puede no saber de qué pasta esta hecho hasta que no es capaz de ver donde encuentra su límite, hasta dónde está dispuesto llegar o hasta dónde está dispuesto a sufrir.

Un guerrero hace lo que ama y encuentra el amor en lo que hace. La gente tiene miedo a estar tirando su vida por dedicarla a algo que conlleva sufrimiento y que puede no llevarle al éxito, pero quien dedica su vida a algo que ama, nunca puede estar tirando nada. Si hay amor, tiene sentido.

Creo que uno puede alcanzar algo de una magnitud tal cual como pueda estar dispuesto a sufrir y sacrificar para alcanzarlo. Los grandes logros son tales por el pequeño número de personas que lo alcanzan. Eso implica su dificultad, su dedicación, su persistencia y su supervivencia a dudas o dolor. Trazar un camino hasta una meta. En esa meta se produce el fenómeno incomparable en los sentimientos de una persona: todas las piezas del puzle encajan. El dolor, el sufrimiento, las dudas, las creencias, los esfuerzos, las noches en vela, las preocupaciones… todo cobra sentido.

Ahí radica la principal dificultad. Estar dispuesto a superar todas estas adversidades para alcanzar un objetivo. Y eso es FE. Sufrir no es más que tener FE en algo.

No te rindas.

El que tiene un por qué puede resistir cualquier cómo.

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