sábado, 10 de septiembre de 2011

La Fe

Durante una de las tardes en las que estuve haciendo el Camino de Santiago, y como era costumbre, estuve dando una vuelta por el pueblo en cuestión para visitar lo más representativo del mismo y echar las clásicas fotos.

Decidí pasar a una Iglesia. Estaba prácticamente vacía. Era una Iglesia pequeña pero muy coqueta, acogedora la verdad, con imágenes, altares, etc. Mientras echaba un vistazo a sus detalles reparé en algo que me marcó. En el primer banco enfrente de la Virgen estaba sentada una mujer de unos 60 años. Ni siquiera reparó en mi presencia, únicamente permanecía con la mirada fija en la imagen mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Manos cruzadas reposadas sobre sus piernas y un rostro que combinaba desesperación y resignación. La imagen me impacto.

No quería molestarla así que me dirigí hacia la salida, pero en una de las mesas que se encontraban había un libro de visitas. Me gusta leer lo que la gente pone. Entre todas las firmas encontré una especial. Decía algo como: "Hago el camino porque esta es la única esperanza que tengo de curarme. Ayúdame por favor." Si uno se para a pensar fríamente estas cosas, dan escalofríos.

Sólo son dos ejemplos. Nos guste o no nos guste todos creemos en algo. Hasta no creer en la existencia de nada, significa tener una creencia. Todos y cada uno de nosotros decidimos en qué creer y en qué no. Es algo muy personal, muy interno, pero refleja una vez más una realidad que más tarde o más temprano y con más o menos asiduidad siempre nos aparece: no sentimos que nuestra vida nos pertenezca al 100%.

Tiene muchos nombres. Algunos lo llaman suerte, otros casualidad, otros destino, incluso otros han decidido darle forma a través de la religión. La realidad es que ocurra lo que ocurra siempre tenderemos a hacernos una pregunta simple: ¿Por qué?

¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué nacimos en este momento, en este país, bajo esta familia? ¿Por qué coincidimos con una persona, con un trabajo, con cualquier hecho? ¿Cuántas veces nos ponemos en manos de la suerte, del destino, en definitiva, de la fe? ¿Cuántas veces hemos dicho: "y que sea lo que tenga que ser"?

La respuesta es un camino hacia el infinito.

Dicen que si se puede imaginar se puede hacer realidad Yo pienso que el mayor logro, la mayor virtud, es creer en algo que es increible. Ver más allá de aquello que se puede percibir. Ver más allá de lo que se define como real. Percibir lo imperceptible.

Puede que por eso digan que la fe mueve montañas.

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