lunes, 1 de abril de 2013

Los Señores Grey


El pasado fin de semana estuve disfrutando de una tarde de ocio por la capital de España con muy buenos amigos. Debido a la dificultad para aparcar en el centro tuvimos que dejar el coche en un parking "público".  Al abandonar el mismo, la salida daba a una calle estrecha, de esas que definimos como escondidas. En esa calle pudimos encontrarnos a 3 ó 4 indigentes envueltos en cartones y mantas.

Debatía con mi amigo cómo se llega a esa situación. Y no hablábamos de cómo llegar a la indigencia, eso puede llegar a ser hasta entendible, sino al estado mental en el que no tienes ganas de luchar y buscar nada más. Ese momento donde asumes que tu vida ya no tiene salida y que pasarás el resto de ella deambulando de un lado para otro sin más destino que el suelo que pisas o que abrazas mientras duermes y siendo tus mejores amigos los cartones y la benevolencia de las personas. ¿Cómo abandonar la esperanza? ¿Como enterrar la motivación? La conclusión que sacamos era simple: habían asimilado su situación y habían perdidos las ganas de luchar.

Al día siguiente, en otra conversación, analizábamos a esos señores oscuros que dominan el mundo. Esas sombras que no conocemos pero de las cuales intuimos su existencia. Esos que parecen haberse quedado con el mejor truco del diablo: convencer al mundo de que no existen.

Esos señores oscuros nos conocen. Saben cuál es nuestra esencia, cómo pueden manejarnos, de qué estamos compuestos. Para ellos, al fin y al cabo, sólo somos la opinión pública y ésta es fácilmente manipulable.

Estamos asistiendo a una prueba en directo de la resistencia y la sumisión de la ciudadanía. Cada día nos ponen a prueba. Nos someten a imposiciones cada vez más restrictivas esperando ver cuándo el león morderá la mano del domador. El  problema es que esto no sucede. El león ya no tiene ganas de luchar. Se le han quitado la ganas.

En este país hemos visto como la ministra Cospedal se ha inventado una forma de despido y ha tenido la poca vergüenza de explicárnosla en directo. Nosotros lo vimos, reímos y seguimos comiendo.

En este país estamos asistiendo al circo del señor Bárcenas que presume de ser capaz de hacer lo que nadie hace: crear un patrimonio con dos o tres acciones en bolsa o con la compra de poderosas patentes de sillas... Nosotros lo vemos, reímos y seguimos comiendo.

Hemos asistido a cómo un empresario corrupto experto en blanquear dinero está en la calle por un procedimiento legal irregular. Mientras él lo ve, ríe y come, nosotros seguimos trabajando y partiéndonos la cara por ganar 300€ en una beca y 800€ en un contrato. Los mileuristas ya no existen.

Entonces, uno llega a la cama, se pone cómodo y se pregunta si está tan lejos de la sumisión del indigente que había visto días atrás. ¿La sociedad puede permitir todo esto? ¿Puede aguantar que le mientan, le roben y se rían de ella? ¿Y si realmente fuéramos sumisos? ¿Y si realmente fuéramos como ese león que a expensas de conseguir un filete está dispuesto a vivir entre rejas, saltar por un aro y aguantar los latigazos de su domador?

Ah bueno, tenemos internet. El mayor método de control de la sociedad. Las redes sociales tienen poder, dicen. Yo las veo como meras hojas de reclamaciones que los usuarios rellenan y rellenan y que, si hay un prodigio universal, a veces se le busca solución.

Lo dije en su momento y lo repito: Cuando los teclados sustituyeron a los gritos, el poder sólo tuvo que vendarse los ojos para dejar de escuchar al pueblo.

Gracias por la lectura. Ahora ve a comer.

2 comentarios:

  1. Llevas mucha razón en todo lo que dices y me ha gustado tu reflexión. Pero algunos, aunque apaleados y exhaustos, nunca hemos tenido más ganas y motivos para seguir luchando como ahora.
    No importa los golpes que nos den, sino las veces que nos levantemos.

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  2. Lástima que seamos poco los que pensamos como tú. Gracias por la visita.

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