martes, 8 de noviembre de 2011

El Debate

No hay una sola explicación de la vida que no la pueda equiparar con el mundo del fútbol. Los que me conocen lo saben bien, es por ello que haré un símil bastante comprensible que refleje mi opinión sobre lo que pasó ayer.

En primer lugar hay que analizar la finalidad del debate. Un debate como el de ayer no es para decirle a España cómo se va a salir de la crisis, porque no depende de las medidas que se tomen en España únicamente, entre otras cosas, sino para ganar las elecciones. Ese es el fin, repito: GANAR LAS ELECCIONES.

Ahora analicemos como se llega al debate. Rajoy dispone de una diferencia enorme sobre su rival, Rubalcaba. Luego podríamos estar hablando de que el debate de ayer se asemeje a un partido de vuelta en una eliminatoria cualquiera en la que en la ida el PSOE, y como consecuencia Rubalcaba, viene perdiendo 5-0.

En ese caso antes de afrontar el partido-debate en primer lugar uno debe determinar cuál va a ser su actitud. Porque existen dos opciones: la primera, es ir al debate a que no te metan otros 5, pasar de largo y considerarlo un trámite más en el que al menos no se empeore la imagen. La segunda, creer en la remontada. Pero para creer en la remontada se tiene que creer de verdad, se tiene que hacer un ejercicio de fe espartana, un "pase lo que pase voy a luchar hasta el final", un "la remontada es posible". Y ese sentimiento debe conseguir transmitirse a tus asesores, a tus compañeros y en último lugar a los votantes.

¿Cómo se encara un 5-0? Es sencillo. Los primeros minutos son vitales. Hay que hacer alguna ocasión y a ser posible uno o dos goles en los primeros minutos, que el adversario comience a sentir miedo y asuma que la posibilidad de la remontada es posible. Pero para eso se necesita agresividad, mucha agresividad y mucho empuje. Dar con todo.
A Rubalcaba le faltó eso ayer, tuvo que ser mucho más agresivo, golpear donde más duele al PP, en los males que todos conocemos y jugar al límite del reglamento, de lo permitido. Tuvo que intimidar a Rajoy, hacerle sentir incomodo, con palabras, gestos, miradas. Tuvo que mostrarle una mayor determinación, demostrarle que era posible llevar a cabo el milagro. Y no lo hizo.

Intento hacer un buen partido. Y eso está bien si se jugará un único partido, pero cuando tienes que remontar necesitas un plus, pues tienes que dar una vuelta épica a la situación. Eso provocó un alivio en Rajoy, que en la medida en que los minutos pasaban se mostraba más cómodo al saber que únicamente se tenía que defender e incluso le valía una derrota por la mínima. Rajoy se mostraba muy, muy cómodo al final.

Los asesores de Rubalcaba se equivocaron al permitir las interrupciones. Rubalcaba es mejor comunicador que Rajoy. Intervenciones de 3 minutos sin cortes y sin trabas le hubiesen permitido explicar mejor sus propuestas y atizar mejor a Rajoy. Le faltó fluidez. Rajoy estuvo listo y trabó el debate con cortes constantes en aquellas situaciones más peliagudas.

Es una opinión muy concisa, pero el debate no dió para más pues apenas se animó. Vi a Rajoy más asustado ante Jordi Evole en el programa Salvados que ante Rubalcaba.

A Rubalcaba le faltó fe. Una fe que puede que no tenga o no sea capaz de transmitir, pero con esta ocasión pasada, o saca toda la artillería en los 10 días que le quedan (y aún así no creo que le valga porque es muy tarde) o el resultado ya lo sabemos todos.

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